El Maracanazo es el nombre que lleva la final del mundial de
Brasil de 1950 vs. Uruguay. En aquella ocasión, la final era en el estadio del
maracaná.
Brasil ha sido siempre una potencia extraordinaria del
futbol, pero no por eso todo es alegría porque unas veces se gana y otras se
pierde. En este caso la final para ellos era la gloria plena (nada más
disputarla), ya que, no se les hizo la historia “color de rosa” como ellos
hubieran querido.
Cabe destacar que para ese momento, esas dos selecciones
eran las más laureadas. Pero aunque Brasil era la favorita, Uruguay
anteriormente ya tenia galardones de copas América con 8, 1 copa del mundo y 2
títulos olimpicos.
Unos días atrás antes de la final esperada de la copa, ya
los periódicos daban por sentado que Brasil se llevaría el campeonato de ese
año con titulares como: “O Brasil
vencerá”, “Brasil campeao copa mundial de futebol 1950” Y daban camisetas
también alusivas a la “victoria” del equipo brasileño con el mensaje: “A copa sera nossa” y “Brasil campeao 1950”,
lo cual como era de esperarse para unos era alegría pura y para la selección de
Uruguay era un disgusto total.
El favoritismo llegó a un nivel tan alto que en la
concentración de la selección uruguaya de fútbol hizo acto de presencia
solicitándoles una derrota “digna” es decir, sin goleada. Tanto así que, el
presidente de la FIFA en ese momento Jules Rimet estaba tan convencido de la
derrota local que guardaba en el bolsillo de su traje un papel con un discurso
titulado “A los campeones brasileños” escrito en portugués por ser la lengua natal
de ellos.
Pero el día del partido se dio un giro enorme de 360 grados,
porque si bien es cierto que Brasil hizo hasta lo imposible por ganar no lo
logró, las anotaciones oficiales hasta el final del partido fueron: Brasil 1-2
Uruguay (47’ Friaca | 66’ Juan Schiaffino, 79’ Alcides Ghiggia).
Todo paso en un abrir y cerrar de ojos y el maracanazo trajo
como consecuencia: depresiones, suicidios y fue recordado como la peor
vergüenza que pudo pasar la selección deportivamente hablando, hasta el
presidente de la FIFA que había quedado sorprendido expresó lo siguiente:
“...Todo estaba previsto, excepto el triunfo de Uruguay. Al término del partido
yo debía entregar la copa al capitán del equipo campeón. Una vistosa guardia de
honor se formaría desde el túnel hasta el centro del campo de juego, donde
estaría esperándome el capitán del equipo vencedor (naturalmente Brasil).
Preparé mi discurso y me fui a los vestuarios pocos minutos antes de finalizar
el partido (estaban empatando 1 a 1 y el empate clasificaba campeón al equipo
local). Pero cuando caminaba por los pasillos se interrumpió el griterío
infernal. A la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni
guardia de honor, ni himno nacional, ni discurso, ni entrega solemne. Me
encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer. En el tumulto
terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y casi a escondidas
le entregué la estatuilla de oro, estrechándole la mano y me retiré sin poder
decirle una sola palabra de felicitación para su equipo... ”
Ese día fue el último partido oficial de fútbol en el cual
el equipo de Brasil jugó con uniforme totalmente blanco. En adelante la
selección brasilera comenzó a utilizar la tradicional camiseta verde-amarela
con pantalón azul, confiando que esta vez sí les traería buena suerte.
Años después Alcides Ghiggia de visita en Brasil pronunció
una frase que refleja la repercusión del Maracanazo tanto para Brasil como para
el fútbol mundial: "Solo tres personas fuimos capaces de silenciar el
Maracaná; el Papa Juan Pablo II, Frank Sinatra y yo". Unos años más tarde,
el que fue capitán del seleccionado uruguayo ese día, Obdulio Varela, fue
sincero y dijo: "La verdad es que si ese partido lo jugábamos otras 99
veces, las perdíamos todas, pero ese día nos tocó el partido 100"
Diego Morales R.
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